La responsabilidad de los jueces y magistrados es una consecuencia ineludible de su independencia y la garantía de su sumisión al imperio de la ley. Precisamente, el art. 117.1 CE se refiere a la responsabilidad como uno de los principios que caracterizan a los titulares de la potestad jurisdiccional, y en ello insiste el art. 1 Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder
Judicial (BOE núm. 157, de 2.7.1985; en adelante, LOPJ) al señalar que “la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del Poder
Judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente a la Constitución y al imperio de la ley”.
El art. 16 LOPJ dispone que “los jueces y magistrados responderán penal y civilmente en los casos y en la forma determinada en las leyes, y disciplinariamente de conformidad con lo establecido en esta Ley”. Por tanto, la responsabilidad de los jueces y magistrados por los actos u omisiones que realicen en el ejercicio de sus cargos puede ser de tres clases: civil, penal y disciplinaria1. De estas tres clases de responsabilidad nos centraremos en el análisis de la responsabilidad penal, circunscribiendo nuestro estudio al delito de prevaricación judicial.
El Código Penal de 1995 regula, por primera vez, el delito de prevaricación en el Capítulo I del Título XX dentro de los delitos contra la Administración de Justicia2. Dentro del mencionado capítulo se incluyen tres conductas claramente diferenciadas: en primer lugar, el retardo malicioso en la Administración de Justicia (art. 449 CP); en segundo lugar, la negativa a juzgar
(art. 448 CP) y, finalmente, el delito de prevaricación judicial. El presente trabajo se centrará, precisamente, en analizar las especialidades del proceso penal incoado por un delito de prevaricación judicial.
El delito de prevaricación se refiere a una conducta ilegal en la que un funcionario público dicta una resolución, emite un fallo o toma una decisión arbitraria y deliberadamente injusta, violando la ley y actuando en contra de la justicia.
En el contexto legal, la prevaricación implica que el funcionario público actúa de manera intencionada y consciente, con pleno conocimiento de que su decisión es contraria a la ley o a las pruebas presentadas. La prevaricación puede ocurrir en diferentes ámbitos, como la administración de justicia, la función pública, la política o cualquier otra área en la que se tomen decisiones por parte de funcionarios.
El delito de prevaricación se considera una violación grave del deber del funcionario público de actuar imparcialmente y en cumplimiento de la ley. La prevaricación puede perjudicar los derechos y los intereses de las personas afectadas, socavar la confianza en el sistema de justicia y comprometer la integridad de la administración pública.
Las sanciones legales asociadas a la prevaricación pueden variar según las leyes de cada país y las circunstancias específicas del caso. En general, pueden incluir penas de prisión, inhabilitación para ejercer cargos públicos, multas y/o la anulación de las decisiones ilegales o injustas tomadas por el funcionario.
En el contexto de la UE, los casos de prevaricación pueden ser examinados por los tribunales nacionales de los Estados miembros y, en algunos casos, por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).
El TJUE es el tribunal supremo de la UE y tiene la responsabilidad de garantizar la interpretación y aplicación uniforme del derecho de la UE en todos los Estados miembros. Los casos relacionados con la prevaricación pueden ser llevados ante el TJUE cuando se plantea una cuestión de interpretación o aplicación del derecho de la UE.
En sus decisiones, el TJUE puede establecer jurisprudencia que afecta a los Estados miembros y proporciona directrices sobre cómo interpretar y aplicar la ley de la UE en casos de prevaricación.
Sentencias : ECLI:EU:C:2022:99 ECLI:EU:C:2022:377 ECLI:EU:C:2013:32 ECLI:EU:T:2010:498
El presente trabajo que os dejamos en formato PDF tiene por objeto analizar las especialidades del proceso penal que se siga contra jueces y magistrados por la comisión de un delito de prevaricación judicial.
La responsabilidad de los jueces y
magistrados es una consecuencia ineludible de su independencia y la garantía de su sumisión al imperio de la ley. Centraremos nuestro análisis en el proceso para exigir responsabilidad penal a los jueces y magistrados, circunscribiendo nuestro estudio a las especialidades del proceso penal incoado por un delito de prevaricación judicial.
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